Solicitud de Entrenamiento - Alberich de Megrez Delta

Ya se acercaba la noche, y una vez más había que encontrar un refugio para poder abrigarse de la cruda tormenta que se aproximaba. No era fácil la vida de un errante, y peor aún la de aquél que había olvidado todos sus orígenes. Solo le restaba poner su fe nuevamente en el todopoderoso Odín, y pedirle que lo guíe en su caminar.

Fue ya cuando casi caía desmayado del agotamiento, que una tenue luz hizo su aparición en el horizonte. Era un brillo violáceo mezclado con un verde oscuro, que lo atraía casi de manera hipnótica.
Con sus brazos y piernas entumecidos, hizo uso de todas sus energías hasta llegar a lo que parecía ser un frondoso bosque, el cual emanaba una energía extraña que llenaba de temor hasta los corazones más valerosos. No quedaba otra alternativa mas que entrar, ya que algo en su interior lo impulsaba a seguir, y así lo hizo.

Todo se volvió oscuro, el cansancio lo venció.

Una voz hizo eco en su cabeza diciendo “Hijo mío, luego de tantos caminos recorridos, has llegado a tu nueva meta. Asgard es tu hogar, y en éste lugar te convertirás en tu verdadero ser. Has nacido para ser un Caballero, un defensor de ésta tierra. Ahora levántate y busca al Dios Guerrero guardián de éste bosque, el sentirá tu poder y sabrá lo que debe hacer”.

Súbitamente abrió sus ojos, pero sin embargo parecía que seguía en un sueño pues lo que antes se encontraba cubierto por la oscuridad de la noche y la espesa nieve, ahora era visible. Entre los frondosos árboles había gemas violetas, algunas grandes como un oso y otras entrelazadas cual un espiral infinito. Sin embargo lo mas llamativo era que dentro de ellas había esqueletos, huesos de lo que en algún momento fueron personas; pero ello no le causaba ningún temor, pues era una nueva persona, era un hombre con un objetivo  y nada iba a impedir que lo cumpla.

Un crujido se escuchó detrás suyo. Al girar no encontró nada mas que árboles, pero sabía que no estaba solo.

“¿Que buscas aquí?.. un mal lugar has elegido para descansar.”

Una voz tenue pero no por ello menos agresiva fue acompañada por una figura imponente que se acercaba hacia él, sin embargo el miedo no existía más en su interior, solo esperanza.

“Tu debes ser el joven que estaba esperando.. el gran Odín ha dado señales de tu llegada... Mi nombre es Alberich de Megrez Delta, y te encuentras en mis dominios”

El joven había quedado maravillado del ser que tenía ante sí. Jamás había visto a un Dios Guerrero, y menos aún a una Armadura Divina. Fue en ese mismo momento en que todo le quedó en claro; el estaba llamado a ser uno de ellos, y una vez sea lo suficientemente fuerte Odín lo bendecirá con el conocimiento sobre su pasado.

Abrió la boca, y soltó un sonido parecido a una palabra, ya que hacía tanto que no hablaba que se había olvidado del sonido de su voz... “Gran Guerrero, mi nombre es Caín y me pongo enteramente a su disposición. Le pido fervientemente que me tome bajo su tutela y me convierta en un caballero. Prometo no defraudarlo”.

Alberich, a quien nada le sorprendía pues es conocido por ser el más inteligente y perspicaz del reino, lo analizó detenidamente y dijo...”Veremos que tienes para ofrecernos y hasta adonde puedes llegar. Siento un gran poder en ti, pero ya me he defraudado en otras oportunidades. Te pondré a prueba y veremos tu nivel.”

Así, una nueva alma con vida camina por los bosques de los espíritus, en busca de lograr su destino.

*El atardecer en los Bosques de los Espíritus era algo que disfrutaba mucho, ya que indicaba que la noche sucedería a continuación. Alberich amaba la oscuridad, la tenue luz de la luna, las sombras. Pero aquel ocaso era especial. Sentía la presencia de su dios, Odín, por todo el Bosque. Algo quería comunicarle. ¿Era una advertencia? No, todo lo contrario. Alberich sentía en el cosmos del dios nórdico que algo bueno sucedería. De pronto su vista se nubló y Odín comenzó a mostrarle algo mediante una ilusión. Una sombra caminaba hacia Asgard mientras la nieve azotaba todo su cuerpo.*

- Un iniciado... -, se dijo Alberich.

*Odín lo había elegido para entrenar a un nuevo God. Pocas veces el dios se había comunicado con él. Alberich se consideraba un God despiadado y que luchaba solo por su propio bien. Por eso, era muy extraño que la deidad le pidiera a él que entrenara a un iniciado. Era evidente que Odín pretendía algo con todo esto.
Esperó ansioso a aquel hombre que caminaba sin sentido por el desierto nevado. Sin embargo, su espera no fue prolongada. Avanzada la noche alguien traspasó los límites del Bosque. Gracias a su conexión con la naturaleza pudo sentir cada uno de los pasos del recién llegado. Se movió rápidamente pero con sigilo. Estudió al muchacho mientras observaba sus preciosas amatistas.*

- ¿Qué tiene de especial este hombre? - pensó Alberich furioso.

*Pero quería averiguarlo. Por eso pisó a propósito una pequeña rama para asustarlo. El iniciado giró rápidamente hacia donde hacía un segundo Alberich había generado el crujido. Se había movido rápidamente luego. Quería seguir divirtiéndose, por eso le dijo que aquel Bosque no era el mejor lugar para descansar. Su ansiedad por saber qué tramaba su dios hizo que Alberich no esperara respuesta. Le contó que Odín le había anunciado su llegada y luego se presentó.*

- Gran Guerrero, mi nombre es Caín y me pongo enteramente a su disposición. Le pido fervientemente que me tome bajo su tutela y me convierta en un caballero. Prometo no defraudarlo., escuchó atentamente lo que el joven tenía para decir.

*Alberich entendió al instante cuáles eran las intenciones de su dios. Mostrarle que la fidelidad de un recién llegado era mayor que la suya. El Dios Guerrero sonrió y pensó que expondría aquella fe a límites inimaginables. Le contestó que tenía que probarlo y ver su nivel. Alberich salió de donde estaba escondido y se posó con una mano en su cintura.*

- Además, tenemos que pactar para qué Robe deseas entrenar. Debes elegir bien, porque si estás destinado a una de ellas, esta deberá aceptarte. -, Alberich esperó ansioso la respuesta de su nuevo alumno.

Inmediatamente de que Alberich dijera que debía escoger, un escalofrío corrió por la espalda del joven aprendiz, y en su mente se le apareció una imagen.... Era un guerrero con una espada de la cual emanaba una fuerte energía que destruía todo a su paso, y cuando dicha energía lo golpeó todo se puso en blanco y volvió en sí.

Mirando al poderoso Dios guerrero, le dice: “Parece ser que la elección ya fue hecha por mí... entrenaré por la armadura de Nibleheim”.